Los certificados obligatorios para las casas en venta o alquiler revelan que la diferencia entre las mejor y peor equipadas implica 1.500 euros más al año en facturas
Huecos por los que entra frío o ventanas de mala calidad o con vidrio simple. Son junto a sistemas de calefacción de bajo rendimiento, las deficiencias energéticas más comunes en Castilla y León. Se repiten en miles de casas de esta fría Comunidad en la que, en consecuencia, el gasto energético se dispara en invierno. Y es que pueden llegar a implicar un coste en las facturas de hasta 1.500 euros al año frente a modernas viviendas bien equipadas. Éstas últimas brillan casi por su ausencia, y en la región ocho de cada diez «suspenden» en eficiencia.
Así lo revelan los certificados energéticos con los que tienen que contar por ley todas las viviendas en venta o alquiler y que valoran la eficiencia en letras de la A (la mejor) a la G (la peor). De los mismos, se desprende que en Castilla y León 57.219 se enmarcan en las últimas tres categorías, de acuerdo los datos facilitados por el Ente Regional de la Energía (EREN) respecto a la casas que figuran en su base de datos.
Las letras del certificado
¿En que se traducen las letras del certificado? En que a medida que se avanza por el abecedario el consumo y la emisión de CO2 aumenta. Así, si los que cuenten con una vivienda B de unos cien metros cuadrados gastan 390 euros al año en calefacción, refrigeración y agua caliente, los de la G desembolsan un total de 2.087 euros, de acuerdo con un estudio nacional de Certicalia -expertos en la expedición de este tipo de trámites-.
De esta manera, la letra respecto al consumo cobra especial importancia a la hora de pensar en hipotecas o rentas de alquiler, pues los futuros inquilinos de una vivienda deben de tener muy en cuenta cuáles serán sus extras a restar cada mes de la hucha con el pago de facturas. No aspiren todos a los mejores y más inteligentes equipamientos. Sólo 242 de las 70.300 viviendas analizadas por el Eren tienen un «sobresaliente» (letra A) en consumo y 372 obtienen la B. Están generalmente construidas o reformadas para ser eficientes.
La C sería, así, la mejor nota más accesible. Suman 2.281 viviendas, muchas con sistemas eficientes como paneles solares, y de la D (el aprobado por estar en mitad de la tabla) son 10.188. La letra más común es la E (el 59 por ciento de las viviendas con certificado, y cerca de 41.892. Al ser la generalizada hay expertos, como los de Certicalia, que incluso consideran aceptable pese a ser la antepenúltima de la tabla por estar en la media española. A continuación la F suma en Castilla y León 6.351 viviendas y la G, 8.976.
En mayor o menor medida de deterioro, las tres últimas letras comparten carencias. En ellas, las ventanas dejan entrar frío, la calefacción a veces gasta más que calienta y encima perjudica al medio ambiente, la iluminación no es eficiente y la instalación de agua caliente es deficiente en un veinte por ciento de los casos. Por el contrario, en una casa A se cuenta con el mejor aislante, buenas ventanas, sistemas de aire acondicionado y calderas eficientes, luces led, óptimos materiales de construcción y una buena orientación.
Qué marcan las diferencias
La diferencia entre unas y otras las marcan en algunos casos simples aspectos, como la mejora del aislamiento, que pueden hacer saltar de categoría; otros requieren un mayor esfuerzo inversor como pasar de un sistema de calefacción eléctrico a una caldera de biomasa -si bien éste se puede rentabilizar en no muchos años-; y en algunos edificios la necesidad viene marcada por la construcción exterior y se requiere de una actuación de mayor envergadura.
Así, no sólo el equipamiento interno de una vivienda es el responsable de una mayor o menor eficiencia energética. Y es que, de acuerdo a los datos de Certicalia, en una cuarta parte de las viviendas con baja calificación se recomienda intervenir sobre la fachada del edificio porque la envolvente del mismo o el aislamiento térmico no es el más deseable.
Ocho de cada diez viviendas de Castilla y León suspenden en eficiencia energética
El cambio de ventanas, su refuerzo o un mejor sellado o aislamiento suele ser la medida recomendada más común para mejorar en eficiencia energética. Y es que Castilla y León es la segunda comunidad autónoma con las peores condiciones de «trasmitancia» del calor o del frío. Lo llamativo es que la primera nada tiene que ver en características climáticas con la Comunidad, ya que se trata de las Islas Canarias, donde no es un grave problema contar dentro de casa con la temperatura perfecta que durante todo el año se mantiene en el exterior. Sin nieblas, sin nieve, sin grados bajo cero. De ahí que el cambio de ventanas y el aislamiento de las cajas de persiana sea una recomendación constante en Castilla y León, incluso para las casi perfectas viviendas de clase A.
Viviendas analizadas
La mayoría de las casas analizadas por el Eren son residencia individuales ubicadas en un bloque. En su conjunto se aprecia cómo las más grandes tienden a tener una mayor calificación energética. Así, de media las casas A tienen un tamaño de unos 500 metros cuadrados, mientras que en la D son de 240 y en la G de 135. Si se distingue entre primera y segunda mano, las nuevas construcciones mejoran la media, y en este caso la letra más común es la C y no hay ninguna de categoría G.
El Eren también cuenta con datos de edificios terciarios sujetos a certificado energético, en los que la eficiencia energética es superior. Mientras en las viviendas sólo un 4 por ciento alcanza una letra entre la A y la C, en el segundo de los supuestos asciende al 19 por ciento y la calificación más común es la D. Se trata en su mayoría de locales, pero también de oficinas, centros docentes u hoteles.
FUENTE: ABC.es